GUIA QUINDIO
Folclor
Un compilado interesante de mitos, danzas y tradiciones
enriquecen el folclor del Quindío, destino de trabajadores que arma su historia
desde el abnegado trajín del arriero en las montañas. Allí se gestan las coplas
y los relatos; la danza y la música; la costumbre y la tradición.
Músicas como el bambuco y el pasillo hacen parte de la
idiosincrasia quindiana y de una gran parte de la región Andina.
El bambuco, de origen mestizo, es como un baile de final
feliz, en el que el hombre corteja a su pareja con gestos sutiles y elegantes,
hasta que al final ella se rinde ante el incesante coqueteo.
El pasillo es una variación del vals europeo en el que la
pareja se transa en una serie de compases coordinados que suben de intensidad
con el avance de la melodía. Estos ritmos son interpretados generalmente con
guitarra, tiple y bandola, entre otros instrumentos.
Las leyendas también son parte del inventario cultural y de
la sabiduría popular.
Algunas han trascendido los límites de varios departamentos
y su apropiación se da en cada lugar, como las del Mohán y Madremonte; otras
como las del cacique
Calarcá, se acercan más fielmente al acervo de los
quindianos. Sobre el cacique
Calarcá se han conocido relatos que lo describen como un
indígena guerrero y con grandes tesoros, que enfureció al saber que algunos
indígenas mezclaron su sangre con la de los españoles. Calarcá murió en la
lucha por preservar su raza.
Dice la leyenda que Guaicamarintia, una hija del cacique,
decidió enterrarlo con todas sus riquezas entre las rocas de lo que hoy es la
reserva de Peñas Blancas en el municipio de Calarcá.
Los yipaos
Es como se le conoce al jeep Willys cuando está cargado.
Estos aguantadores y pintorescos carros tipo campero, de fabricación
norteamericana y remanentes de la Segunda Guerra Mundial y de la guerra de
Corea, fueron traídos al país al término de los conflictos y cuando Estados
Unidos decidió venderlos a precios muy bajos porque ya no
los necesitaba para sus fines bélicos.
Para los arrieros de las montañas cafeteras dichos vehículos
llegaron para facilitar su trabajo y suplir las necesidades de la comunidad,
especialmente de zonas apartadas de los centros urbanos.
El yipao se convirtió desde entonces en medio de transporte
y en instrumento de medida, pues la gente empezó a hablar de un yipao de café,
un yipao de plátano o un yipao de corotos, por la capacidad de carga del
vehículo. Y hoy, después de 70 años, el Willys sigue moviéndose por entre los
caminos veredales y las montañas colmadas de café. Tan vital es el yipaos en
los municipios quindianos, que su presencia parece haberse personificado como
emblema de la región.
El café
Así como no hay precisión sobre el origen del café -algunos
estudios lo ubican en Yemen y otros en Etiopia- tampoco se tiene certeza sobre
la fecha exacta en que se sembraron los primeros cafetos en el departamento del
Quindío. Sin embargo, todo parece indicar que el cultivo inició en la segunda
mitad del siglo XIX, casi que simultáneamente con el arribo de los nuevos
colonos antioqueños.
Igualmente, sobre la ruta de acceso de la planta a Colombia
hay versiones que hablan de que su entrada se dio por el departamento del Cauca
gracias a unos monjes; y otras, que el ingreso fue por Norte de
Santander, la que podría ser la más acertada, en vista de
que la llegada del café al continente americano sucedió a través de las islas
del Caribe y luego por Brasil.
Al antioqueño Mariano Ospina Rodríguez se deben los primeros
cultivos en dicho departamento hacia el año 1867, hecho que fue referente para
que los primeros colonizadores del Quindío llegaran con el conocimiento sobre
la siembra del fruto. Al personaje de nombre
Simón López, es atribuible la expansión de los cultivos de
café en el Quindío y el norte del Valle.
Finalizando el siglo XIX surgía la próspera economía
alrededor de la siembra del grano, convirtiendo el café en uno de los
principales productos colombianos de exportación. Y aunque por distintas
circunstancias el auge cafetero ha tenido sus momentos difíciles, en el Quindío
siempre hay alternativas para que no se hable de crisis y para que la cultura
cafetera sea siempre motor fundamental del desarrollo de la región. Prueba de
ello es precisamente la actividad turística con el café como tema principal.
FUENTE: GUIA QUINDIO WEB