Palenque de San Bacilio
El nuevo gobernador de Cartagena, don García Girón, en una
carta dirigida al Rey el 28 de marzo de 1621, relata cómo la figura de Benkos
crecía entre las gentes. Afirma que de “[…] las cosas más dignas de remediar
fue el alzamiento que había habido en esta ciudad de unos negros cuyo caudillo
y capitán fue un negro llamado Domingo Bioo (sic) negro tan belicoso y valiente
que con sus embustes y encantos se llevaba tras de sí a todas las naciones de
Guinea que había en esta ciudad”. Se queja de los altos costos de la campaña
“más de duzientos ducados”, y de la imposibilidad de reducirlos porque se les
reconoció el derecho de fundar pueblo y autogobernarse:
“[…] y sin poder castigarle ni a él ni a los negros alzados
que traía consigo, se tomó con él un medio muy desigual y se le consistió que
viniese a poblar a veinte leguas de aquí con todos sus soldados los cuales
todos hicieron y fundaron un pueblo que se llamó Matuna sitio fuerte entre
ciénagas y caños de agua y fortificándose en él con muchos
palenquesDescripciónnunca consintió dicho Domingo Bioo que ningún español
entrase con armas en su pueblo”.
Sigue relatando el gobernador García Girón la manera como al
palenque de la Matuna
no había posibilidad de entrar armado, ni siquiera los dos alcaldes de la
hermandad que se acercaron en alguna ocasión pues “los desarmó diciendo que en
su jurisdicción no habían de entrar gente armada”.
Los vecinos estaban aterrados con la fuerza de Benkos y su
gente, repite el gobernador en sus cartas al Rey, por la importancia de su
liderazgo y el espacio político que iban ganando paulatinamente entre las
gentes pertenecientes a las castas desposeídas. Por ello es tomado preso a
traición y después de un interrogatorio a manera de juicio se le condena a la horca
el 6 de marzo de 1621. La paz, concertada con Benkos, duró 16 años, de 1605,
fecha del primer pacto, hasta unos meses posteriores al térmiahorcamiento
de Benkos. Este tiempo de conciliación sirvió para que los
cimarrones lograran reagruparse, asentarse con sus familias y medios económicos
para subsistir, y prepararse para la guerra a muerte que se desataría con
fuerza brutal.
2.1.1.2. Domingo Criollo y la propuesta de paz de 1691
Setenta años después de los primeros pactos iniciados por
Benkos, se plantearon de nuevo negociaciones directamente con el Rey. Se
aprovecha la mediación del cura doctrinero de Turbaco, Don Balthasar de la Fuente,8 que viaja a la
corte, para llevar una propuesta de paz. Se buscaba pertenecer dignamente a la
sociedad colonial sin ser discriminados, ni explotados. La consecución de un
territorio, la búsqueda de la libertad y la obtención de recursos para
desarrollarse, fueron en sí mismos los lineamientos esenciales del discurso
político que aún hoy continúa signando la historia palenquera.
Domingo Criollo, jefe de los cimarrones del palenque de San
Miguel, uno de los cuatro que había en los Montes de María9, los otros eran el
de Matudere, Arenal y Betancur, había nacido palenquero y vivió hasta avanzada
edad ejerciendo como guía heredero de la estirpe de Benkos. Los encargados de
arrasar el palenque de san Miguel, lo encontraron intentando escon-der a las
mujeres embarazadas, a los niños y a los ancianos. Fue asesinado a mansalva por
un soldado; le pegaron dos tiros de arcabuz, según relata el Gobernador en su
informe, aunque se intentó esconder el hecho del asesinato, no dejaron de
resaltar lo indefenso que se encontraba. La recompensa en dinero y honores por
la cabeza de los líderes palenqueros era considerable y Domingo Criollo simbolizaba
la rebelión en esos finales del siglo XVII.10
Contradiciendo una cédula anterior de 168811 donde se había
declarado por enésima vez la guerra a los cimarrones, la Corona acepta la propuesta,
y la envía en la real Cédula del 23 de agosto de 1691, fechada en Madrid, donde
se estipulan los términos
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8 Balthasar de la
Fuente, Tesorero de la Catedral, cuando era cura doctrinero de Turbaco,
en el recorrido habitual del ejercicio de su ministerio, llegó hasta los
palenques de los Montes de María y allí fue contactado por Criollo y sus
capitanes para proponerle una tregua, primero para negociar un pacto de paz,
según lo explica en su famoso memorial. Los documentos acerca de la veracidad
de los contactos del cura y los cimarrones son imprecisos. Los más enconados
enemigos de la paz niegan de plano esa mediación y ponen en boca de los
cimarro-nes la desmentida. Los favorecedores de la negociación no lo niegan,
pero tampoco lo reconocen. La trayectoria de esa guerra nos permite entender
cómo los cimarrones estaban asesorados por otro cura doctrinero Miguel del Toro
y por boca de él no se negó la mediación.
9 En toda la documentación colonial se habla de la Sierra de María en
Palenque, y en Colombia se conocen como los Montes de María.
10 Arrázola: Palenque primer pueblo..., pág. 241.
11 Es corriente encontrar en toda la información acerca de
las guerras cimarronas, documentos, cédulas reales, cartas e informes que se
contradicen y se justifican, de manera que ese ir y venir de documentos de las
colonias a la metrópoli, traía desconcierto y confusión en las decisiones.
Situación muchas veces aprovechada por los cimarrones.
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nos de la paz, argumentando que “siendo innegable que sin el
presupuesto infalible de su libertad general y absoluta, no vendrán a
reducirse”, aceptando la totalidad de lo pedido por los cimarrones:
• Reconocimiento de la libertad, sin ser castigados por su
fuga, ni ejercer ningún tipo de represalias.
• Demarcación del territorio con el derecho de uso
productivo.
• Trato jurídico y fiscal igual a la población libre.
• Autonomía de gobierno.
• En el caso de levantamiento, serían tratados como vasallos
alzados.
• Por su parte, se comprometían a no guerrear, y a no
recibir cimarrones en el Palenque.12
La real cédula desató la guerra y como era de esperarse, las
autoridades y los esclavistas no aceptaron la decisión del Rey, y se hizo de la
misma manera como se hacía con las órdenes reales de difícil cumplimiento: “se
obedecen pero no se cumplen”.13 Debido a la gravedad de la situación, se
acuerda en reunión del 31 de mayo de 1693, que se reconozca la libertad
solamente a los cimarrones que por haber nacido en los arcabucos de los Montes
de María no tenían dueño, es decir a los criollos sin amo porque era imposible
pagarles a los dueños el valor de la libertad de sus esclavos “huidos y
alzados”. Así se cumplía con la cédula y no se daba pie a la oposición de los
amos y los hacendados.
No contaban con la reacción de los palenqueros, puesto que
aceptar una medida así significaba desintegrar los palenques, desmembrar las
familias, romper los lazos de solidaridad como fundamento ético y renunciar a
un derecho ya ganado. Desde cualquier punto de vista la decisión que se tome
era de por sí explosiva. La aplicación de una cédula real servia de marco para
activar con la guerra uno de los grandes conflictos coloniales: libertad versus
poder.
Fuente: PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA
MINISTERIO DE CULTURA /
INSTITUTO COLOMBIANO DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
Entidades Asociadas:
Consejo Comunitario Kankamaná de Palenque de San Basilio
Corporación Festival de Tambores y Expresiones Culturales de
Palenque de San Basilio
Institución Educativa Técnica Agropecuaria Benkos Bioho